miércoles, 1 de abril de 2020

Origen del Sistema Solar

Hace unos 4600 millones de años, una estrella cercana se transformó en supernova y su explosión envió una onda de choque hasta la nebulosa protosolar incrementando su momento angular. A medida que la nebulosa empezó a incrementar su rotación, gravedad e inercia, se aplanó conformando un disco protoplanetario (orientado perpendicularmente al eje de rotación).


La mayor parte de la masa se acumuló en su centro y empezó a calentarse. Aumentó su velocidad de giro y gravedad, originándose una enorme energía cinética en el centro. La imposibilidad de transmitir esta energía a cualquier otro proceso hizo que el centro del disco aumentara su temperatura.


Por último, comenzó la fusión nuclear, de hidrógeno a helio, y al final, después de su contracción, se transformó en una estrella T Tauri, nuestro Sol.


La gravedad producida por la condensación de la materia, que previamente había sido capturada por la gravedad del propio Sol, hizo que las partículas de polvo y el resto del disco protoplanetario empezaran a segmentarse en anillos. Los fragmentos más grandes colisionaron con otros, conformando otros de mayor tamaño que al final formarían los protoplanetas.


Los protoplanetas no colisionaban con el sol ya que su velocidad de giro contrarrestaba la gravedad, así nació nuestro sistema solar.

Dentro de este grupo había un planeta situado aproximadamente a 150 millones de kilómetros del centro, la Tierra.

Finalmente el viento solar del joven Sol esparció el gas y el polvo en el disco protoplanetario, diseminándolo en el espacio interestelar, poniendo fin así al crecimiento de los planetas.

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